Esta vez sí que he aprovechado la ocasión, pero bien. En la sala de arte del Brocense, en Cáceres, acaba de terminar una exposición de mi amiga María Jesús Manzanares (http://www.mariajesusmanzanares.blogspot.com), para mí la mejor artista del Planeta.
¿Qué podría yo comentar acerca de su obra sin dejarme contaminar por el plano afectivo y teniendo presente que yo de arte tengo una idea más bien somera? Me limitaré a plasmar una percepción personal que, de antemano reconozco, estará exenta de criterios que posean un mínimo valor técnico.
Yo, que hace tiempo que conozco su trabajo, empiezo a pensar que su obra está principiando a separarse de ella misma, a escapársele. Ya digo, su propia obra en un acto de rebeldía se le quiere emancipar. Bien pensado, es sorprendente. Imagináos el titular de prensa: “La obra de María Jesús Manzanares se independiza de su creadora”. No me digáis que no tiene bemoles la cosa, que crees algo con todo el cariño y se te vaya. Yo veo en sus nuevas creaciones una fuerza infinita, ilimitada, que representa un deseo palpable de que se produzca una separación no ilusoria, sino real entre la artista y su obra. Tal vez sea la primera vez que una artista y su obra pierden el carácter de unicidad. No obstante, seguiremos sabiendo la autoría de esas creaciones porque la artista en sí, tiene la cualidad principal de la transparencia. La hemos visto, la vemos y la seguiremos viendo. Y ella viene siendo, es y será el preludio del paraíso. Gracias por darnos la posibilidad de insertarnos en él.
En esta exposición, he podido contemplar una obra razonada y meditada, perfectamente medida, localizada cronológicamente, punzante con las paredes de las cuevas del pasado, pero enredada con los muros del futuro. Por eso es una obra viva, dinámica, progresiva, longitudinal, geométrica, ecuánime, armónica y transitable hacia estados superiores. Quiere esto decir que aún le queda un tremendo recorrido, si antes su obra no se le ha terminado de escapar.
Sinceramente no observo atisbo alguno de melancolía en la obra de María Jesús Manzanares. Me parece más bien que hace una transmisión impecable de la transitoriedad de todo lo constituido, nos muestra la impermanencia de los elementos, la temporalidad de los ciclos de la vida, lo cotidiano de cada actualidad... la evolución del ser humano y los resortes que va utilizando en cada momento para escalarla. ¡¡Ahí es nada, lo que muestra la niña!! O la obra, no lo sé. Y luego ya, de ahí para arriba, es donde puede aparecer la melancolía, pero en quien percibe, no en quien proyecta.
ENREDADOS hace patente una creación de una fuerza constructiva inmensa, sin límite físico; una obra extraída de todos los huecos de soledad de María Jesús, que manifiesta todos los espacios de inquietud y quietud de la artista. Es una obra que se expande como el aroma de un ramo de rosas frescas... y que contemplándola pasas de enredarte a embrujarte.
Lo único que tengo claro es que, todos los que te admiramos profundamente, cuando intentemos devolverte parte de la belleza con la que tú nos obsequias, tendremos que titular el regalo EMBRIAGADOS.