jueves, 31 de julio de 2014

LO SÉ

Quererte me hace vulnerable. Lo sé. Sin embargo, la grandeza de hacerlo es tan inmensa que no quiero forzar con la palanca de la razón mi salida de ese Edén. 

 La fuerza de los hechos es muy tozuda. Lo sé. Tambaleo, me cuesta mantener el equilibrio, pero me afano a él como un faquir que no solo necesita encontrar sentido a su vida, sino también preservarla.

 Tienes una verdad interior tan inmensa que no cabe en ti. Lo sé. Tu verdad interior es tan grande que traspasa tus fronteras, tu piel; sale de ti porque no cabe en ti, te atraviesa, te salta y te supera. Y decide invadirme a mí y clavar en mi corazón su bandera triunfadora. Me hace mejor, incluso más eficaz. Y se convierte también en mi verdad. ¡¡Tú como doctrina social de la verdad!! Tu hermosa y malva realidad interior.


Te das misterio y haces una extensión de tu preciosa cara, para duplicar la belleza. Lo sé. Aplico pautas algebraicas a la geometría algorítmica para resolver por medio del cálculo todos los misterios de esa extensión. Te decodifico, te exploro, estudio tu enorme complejidad interior y te aprendo, a pesar de la cantidad de metros de besos que tiene la meseta de tu cuerpo. Me atrapas, eres tela de araña con nudos irrompibles: o seguir trepando hacia tu infinito o morir colgado. Tu realidad te favorece, te ayuda y te hace aún más invencible. Lo celebro, porque te quiero. Tú eres tuya, de nadie más. Yo sólo quiero amarte, nunca poseerte. 

 Las nubes se tornan en caras sonrientes a tu paso, quieren que siempre camines feliz, que pises la calle del silencio, porque el silencio sólo puede ser pisado por tus pies delicados. Lo sé. Unas voces que sólo emite tu alma recuerdan al mundo, a la vez que a ti, que la vida, al fin y al cabo, son cuatro canciones y siete recuerdos. Mi canción principal eres tú: bella, melódica, con notas circulares, de movimiento plano e indefinidamente extendido en un solo sentido: tu preciosa cara. Las otras tres canciones quedarán recluidas en secreto en alguna mazmorra de mi mundo difuso. Mis siete recuerdos me los guardo, jamás los desvelaré: morirán conmigo y me acompañarán en la nada. Los quiero solo para mí porque son muy importantes, los valoro mucho y me resultan de gran ayuda.


 He lanzado millones de besos al aire por si aparecían tus labios, pero muchos de ellos cayeron al abismo. Lo sé. Son los besos perdidos, abono de los desenamorados. Miras hacia el cielo y un relámpago fulgurante recorre el firmamento, es seguido del estampido del trueno de tu ausencia. Son los dioses que quieren decirte que no te sientas nunca colmada de besos de amor, de palabras de sentido afecto, de admiración humilde… de mí. ¡¡Ay, los dioses, a veces son tan verdaderos!! Los labios que no reciben besos pierden la magia y quedan caducos, se transforman en nubes negras: vapores acuosos y oscuros, es decir, NADA. Los labios que no reciben besos se secan, quedan marchitos para siempre.


Tú, mujer fractal, eres fruto de la fuerza de la vida, de sus impulsos naturales, de su dinámica única. Lo sé. Quien te quiera de verdad no solo deberá dejarte ser lo que eres, sino que tendrá que potenciarlo y adorarlo. Tú no puedes ser de ningún modo particular, porque eres un total, resultado de una suma de complejas operaciones que han configurado tu vida, tu testimonio fiel como mujer. Tú eres la parte tangible de tu realidad íntima… la otra parte que se la quede quien la descubra o que la done al mundo y lo haga más apetecible. 


Tú, eres tú. Sí, tú, un complejo y delicioso laberinto. Lo sé.