viernes, 22 de enero de 2010

COMPARTIR CANCIONES

Hay canciones que nos llegan al interior, tienen un vibrato especial, el vibrato del alma, diría yo. Las escuchamos, nos tocan la latencia sentida y nos llegan a emocionar. Nos sitúan en un estado emocional apetecido, aunque sea buscado con la lupa de la tristeza.

Muchas veces, además, las relacionamos con las vivencias acaecidas en un contexto temporal concreto. Eso es cuando tocamos fondo, cuando navegamos en la ola de la adversidad; por eso, las canciones más bellas salen del desamor y la separación. Qué curioso, las melodías más hermosas son desgarros puntuales o permanentes que transformamos en notas armonizadas para no morir de pena... o de rabia.

Nada, perdonadme. Simplemente pensaba mientras escuchaba una canción de James Last, y al despertar veo esto que he escrito. Lo mando, lo comparto.

Un beso a todos, y por favor, si alguien lo sabe, que me diga qué precio tiene el perdón...