miércoles, 20 de junio de 2012

TAMBIÉN TE ESPERÉ ESTA TARDE

Perdido en la noche de los tiempos busco respuestas a preguntas que jamás me hice, refugiado en la oscuridad decodifico la luz de una mirada que me extravía en el laberinto de los recuerdos, de su recuerdo.

Su recuerdo, ese sentimiento que llevo en mí como el lago permanente que deposita su gran masa de agua en la depresión de una penillanura.

Su recuerdo, ese desgarro atroz que sienten dos personas que se aman ante la profundidad grande, insondable, imponente y peligrosa de la distancia.

Su recuerdo, ese sueño inalcanzable que me obliga a abrir las puertas y las ventanas de mi existencia, para buscar oxígeno, para respirar mi soledad sin ahogarme.

Perdido en las noches oscuras de la ausencia omito respuestas a preguntas que siempre me hice, cobijado en la incertidumbre de las noches tensas de la espera, de su espera.

Su espera, noches largas de sueños rotos.

Su espera, tiempos baldíos de ilusiones truncadas.

Su espera, corazón lastimado circuido de abismos que lo agrietan.

Perdido en los amaneceres de los deseos ocultos ni busco ni omito respuestas a preguntas que no existen, escondido en el crepúsculo de una mañana cuyo rocío humedece el placer del encuentro, de su encuentro.

Su encuentro, la fascinación especial de cerrar los ojos con fuerza para cuando los abra cumplir el deseo de tenerla frente a mí.

Su encuentro, la atracción irresistible de los brillos apagados de cada estrella que miro y no es ella.

Su encuentro, el desafío perverso de un campo de girasoles apostados con su mirada frontera al Astro Rey.

Perdido, recordado, esperado, encontrado… alebrado a los pies de la vida, en ese tramo preciso de mi vida que hace curva, en el punto exacto donde cambia de sentido su curvatura.

Tomo el descenso.

Me elevo.

jueves, 7 de junio de 2012

LA CANCIÓN DEL DESAMOR


La demencia tiránica del amor, el delirio que provoca un sentimiento que se me escapa sin querer, la imagen vertical y tenebrosa del amor haciendo las maletas, evadiéndose para siempre de mi piel.

Un tacto que ya no siento, un recuerdo que me mantiene vivo, una ausencia que me mata, un desierto sin arena, un corazón que emite el último suspiro dándo su muerte eterna como símbolo de amor.

Un desorden en mi costumbre de vivir pegado a la ilusión de un abrazo, de un olor; un extravío en el laberinto satánico que no me enfila por el camino que me lleva a ella, la mirada triste de un niño muerto de hambre que me recuerda a su corazón.

Una mañana lluviosa de un mes caluroso, un lugar habitado de un mundo inhabitable. Un amor que caracolea en su vuelo y no consigo cazarlo, una cesta de placeres que chorrean como el agua y terminan evaporándose en un suelo que ya nunca pisaré junto a ella.

La fascinación especial que me produce unos labios que amo diciéndome te quiero, la procacidad de la ira pulverizando el núcleo de la felicidad, sus pasos curvados que no me permiten alcanzarla... tenerla.

Una actitud indecorosa que me empuja a escapar de ella, pétalos de rosas muertas que no son movidos por ningún aire, un hechizo que lejos de quien amo sólo me permitirá respirar cuando cese mi vida.

Una mano que emprende el camino de la caricia, una mano que vuelve cubierta de sangre y desesperación, una mirada que cruza por mi frente y socava mi corazón con su ausencia, una sonrisa envenenada que intuyo en la espalda de una mujer que ya no veo.

La necesidad de buscar espacios donde el paso del tiempo se haga más lento, para dar tiempo a que mi dolor se canse; el temor desmedido a que en mi caso no pase el tiempo y a que no se canse mi dolor.

Escribo la canción del desamor para no beneficiarme del silencio. Quiero que ella nunca la cante, quiero ser yo el único que la entone.

Entiendo que hay cosas que se pierden para SIEMPRE.

Todos los amores dejan un poso. Descifrando bien ese poso entenderemos mejor a esos amores.

Y los seguiremos amando ETERNAMENTE.