Han pasado muchas estrellas fugaces por el cielo y unos cuantos de años sobre mi alma, ha llegado a mi pelo el color blanco y he mirado algunas diosas cuyo pasado se sitúa en ninguna parte.
He conocido mujeres que pasaron su vida soñando con ser amadas, también conocí hombres que tenían como pasión los paseos junto al mar. Me he conocido a mí mismo con distintos tatuajes sobre mi corazón y te he conocido a ti imaginándome en la distancia con el único anhelo de verme varado en tus brazos, encallado en lo menos somero de tu ser.
Han caído infinidad de palabras sobre mí, algunas dejándome indiferente, otras haciéndome cicatrices y algunas otras cicatrizando mis heridas. He caminado junto a personas con el ánimo quemado por algún sentimiento pasado, he reído con gentes que no tenían fe alguna en sí mismos y he visto crecer hombres y mujeres ahogados por las ramificaciones de sus propias raíces.
Han muerto muchos recuerdos en mi mente y se han caído algunas huellas de mi corazón, se han dibujado algunos cráteres en mi piel y he percibido señales pretenciosas de seres divinos que tan sólo eran leyenda.
He compartido espacios con mujeres largas en prometer pero cortas en cumplir, deseosas de que el azar y la suerte de la vida caigan únicamente de su lado. He convivido conmigo y con mis estados de ánimo, convirtiéndose estos, a veces, en mis más feroces compañeros de viaje. Y he sido confesor de mujeres que dibujaban paraísos de arena sentadas en la cresta de alguna ola... mujeres de playas desiertas que esperaron sus mensajes en botellas, pero que sólo recibieron la dura soledad que les enviaba un Dios al que aferrarse.
Han llovido muchas lágrimas en mi hombro que, en lugar de evaporarse, quedaron congeladas para que el recuerdo del dolor no fuera tan efímero. He reído con personas que amaban la tristeza, que estaban hechas con remiendos de penas profundas y he saltado al vacío con seres que nunca terminaban de caer porque ellos mismos eran vacío.
Han, he, han, tercera persona, primera persona y tercera persona. Han, he y han, no más. ¿Y la segunda persona? La persona que no está es la que nos hace daño, la persona ausente es la segunda persona. ¿O tal vez es la primera y soy yo la segunda?
Han, he, han, tercera persona del plural, primera persona del singular y tercera persona del plural. Han, he y han, son muchos. Y la segunda persona es del singular, igual que la primera persona. Singulares por igual.
La primera y la segunda persona son del singular, pero les encantaría formar un plural maravilloso, lleno de amor, de afecto, de apoyo, de comprensión... Buscan la configuración de una primera persona del plural llamada nosotros.
La vida permanece estática y nosotros pasamos por ella tan deprisa, con celeridad, sin pausa alguna, con prontitud.
Por favor, si alguien ve alguna mujer misteriosa y está rodeada de luz, os lo ruego, os lo pido, os lo suplico, decirle que sonría... decirle que sea feliz…
He conocido mujeres que pasaron su vida soñando con ser amadas, también conocí hombres que tenían como pasión los paseos junto al mar. Me he conocido a mí mismo con distintos tatuajes sobre mi corazón y te he conocido a ti imaginándome en la distancia con el único anhelo de verme varado en tus brazos, encallado en lo menos somero de tu ser.
Han caído infinidad de palabras sobre mí, algunas dejándome indiferente, otras haciéndome cicatrices y algunas otras cicatrizando mis heridas. He caminado junto a personas con el ánimo quemado por algún sentimiento pasado, he reído con gentes que no tenían fe alguna en sí mismos y he visto crecer hombres y mujeres ahogados por las ramificaciones de sus propias raíces.
Han muerto muchos recuerdos en mi mente y se han caído algunas huellas de mi corazón, se han dibujado algunos cráteres en mi piel y he percibido señales pretenciosas de seres divinos que tan sólo eran leyenda.
He compartido espacios con mujeres largas en prometer pero cortas en cumplir, deseosas de que el azar y la suerte de la vida caigan únicamente de su lado. He convivido conmigo y con mis estados de ánimo, convirtiéndose estos, a veces, en mis más feroces compañeros de viaje. Y he sido confesor de mujeres que dibujaban paraísos de arena sentadas en la cresta de alguna ola... mujeres de playas desiertas que esperaron sus mensajes en botellas, pero que sólo recibieron la dura soledad que les enviaba un Dios al que aferrarse.
Han llovido muchas lágrimas en mi hombro que, en lugar de evaporarse, quedaron congeladas para que el recuerdo del dolor no fuera tan efímero. He reído con personas que amaban la tristeza, que estaban hechas con remiendos de penas profundas y he saltado al vacío con seres que nunca terminaban de caer porque ellos mismos eran vacío.
Han, he, han, tercera persona, primera persona y tercera persona. Han, he y han, no más. ¿Y la segunda persona? La persona que no está es la que nos hace daño, la persona ausente es la segunda persona. ¿O tal vez es la primera y soy yo la segunda?
Han, he, han, tercera persona del plural, primera persona del singular y tercera persona del plural. Han, he y han, son muchos. Y la segunda persona es del singular, igual que la primera persona. Singulares por igual.
La primera y la segunda persona son del singular, pero les encantaría formar un plural maravilloso, lleno de amor, de afecto, de apoyo, de comprensión... Buscan la configuración de una primera persona del plural llamada nosotros.
La vida permanece estática y nosotros pasamos por ella tan deprisa, con celeridad, sin pausa alguna, con prontitud.
Por favor, si alguien ve alguna mujer misteriosa y está rodeada de luz, os lo ruego, os lo pido, os lo suplico, decirle que sonría... decirle que sea feliz…