El
enigma del destino humano, la historia por contar del libro de nuestra vida.
Días de gloria, de miel; días funestos, de hiel. Sendas de futuro decapitadas
por la oscuridad del presente, señales escondidas que son presagios de lo que
está por venir.
Sucesos
de la vida real capaces de suscitar emociones trágicas, luces que se apagan
para siempre, soles que nunca volverán a brillar… La fuerza de una tragedia,
tragedia que no se queda sólo en drama, sino que es un choque entre dos mundos.
Noticias que mueven a compasión y espanto.
Llueve.
Lágrimas
de metal de un Dios que siempre falla, que hace mártires a quienes ya son
mártires. Lágrimas terrenales de golpes mortales de necesidad, de chapas
arrugadas, de pertenencias mojadas, de encajes imposibles, de frustraciones
custodiadas por los guardianes de la locura.
Miradas
calcinadas de ocres tostados, miradas que se cruzan sin ver nada. Abrazos
necesitados, caricias curativas, palabras que no se escuchan pero que llegan vitaminadas,
latidos pausados de corazones heridos, ráfagas glaciares intermitentes de viento que queman
el corazón, pensamientos fugaces ardientes que hielan el alma.
Llueve.
Vacíos
irrellenables que evocan las benditas y certeras palabras de Amado Nervo, para
contárselas con voz dulce al oído a mi mujer y a mis hijos:
“Siempre
que haya un hueco en tu vida, llénalo de amor.
Adolescente,
joven, viejo: siempre que haya un hueco en tu vida, llénalo de amor.
En
cuanto sepas que tienes delante de ti un tiempo baldío, ve a buscar amor.
No
pienses: "Sufriré".
No
pienses: "Me engañarán".
No
pienses: "Dudaré".
Ve
simplemente, diáfanamente, regocijadamente, en busca del amor.
¿Qué
índole de amor? No importa: todo amor está lleno de excelencia y nobleza.
Ama
como puedas, ama a quien puedas, ama todo lo que puedas... pero ama siempre.
No
te preocupes de la finalidad de tu amor. Él lleva en sí mismo su finalidad.
No
te juzgues incompleto porque no responden a tus ternuras: el amor lleva en sí
mismo su propia plenitud.
Siempre
que haya un hueco en tu vida, llénalo de amor”.
Y estos
fríos días de enero han dejado algunos huecos demasiado profundos y tal vez,
también, demasiado oscuros.
Mi
esfuerzo mental y mi esfuerzo emocional llevan guerreando varios días, necesito
armonizarlos para que se firme la paz en mi batalla interior.
Con
humildad y con paciencia lograré, a través de una mente clara, una voluntad
firme que me ayude a superar la adversidad y que me convierta en una
herramienta útil de ayuda para mi familia.
Llueve... en mis ojos.
Y mi ánimo me cuenta que diluvia en mi alma.
Llueve... en mis ojos.
Y mi ánimo me cuenta que diluvia en mi alma.
Muchísimas gracias a todos cuantos habéis mandado mensajes, habéis llamado por teléfono y habéis compartido tanto sufrimiento, porque ello nos mantiene en pie y nos ayuda a caminar. GRACIAS!!!!!