Lenta,
tardía, helada, casual, suave, como copo de nieve, caíste con vuelo
irregular en la estepa de mi corazón.
Posaste
alada, bella, ajena, imprecisa, analítica, algorítmica, espacial,
hermética, como una curva continua que no posee tangentes.
Me
invadiste con sosiego, con metralla de tristeza, con ojos atlánticos
de telón de acero, con calma, con quietud, con serenidad, con labios
que perennemente intentaban iniciar una sonrisa. Me invadiste con tus
armas poderosas, activas, impremeditadas... y seguiste un proceso
iterativo. Tu mirada continua, fue como un tirafondo fijado en el
centro de mi pecho y se me apretó tanto, que el resto de mi cuerpo
quedó agrietado.
Me
habitaste con destreza, con chorros de alegría, con corrientes
cálidas y afrutadas, con ritmos naturales, con el poder moviente de
la atracción, con el delirio paranoide del deseo infinito... Me
habitaste cóncava, elástica, profundamente libre, dulce, eterna. Y
de nuevo tu inmaculado cielo negro alunizó en el inmenso halo blanco
de mi corazón.
Entre
la espesa oscuridad de la noche, las nubes negras, tomaban forma de
gigantes que se abalanzaban sobre nosotros y nos gritaban como
posesos. Y una estrella fugaz pasó oblicuamente tratando de no ser
vista y marcando con su luz el tiempo preciso de la duración de
nuestra historia común.
Pronta,
libre, dulce, veloz, dura, como grano grueso de granizo, alzaste un
vuelo indeseado buscando mundos previsibles y dejando tras de ti
bellos recuerdos que permanecerían inmarcesibles en tu vida.
Marchaste
efímera, meteórica, parabólica, circular, equidistante, inversa,
poética, lírica, como línea paralela zafándose de las garras de
cualquier perpendicular.
Te
ausentaste con bondad, con ternura interior, pero con espíritu
contradictorio. Te fuíste oscura, confusa, superada por ti misma,
pero sin negarte... te fuiste transpersonal. Y tus palabras
burbujeaban en mi pecho bailando nerviosas como la aguja de una
brújula que no encuentra su Norte. Te fuiste con dolor esencia,
permitiéndote ser, paralizando lo moral, enmarañando tu cabello...
Partiste
con premura, con un esférico modo de ser, pensar y sentir; como
madeja de seda, caminaste por calles infinitas, desliándote de ti
misma, bailando al aire, moviéndote acompasadamente con millones de
hilos, destejiendo los afectos, rompiendo moldes... tumbando dioses.
Partiste tarda, mostrando de espaldas tu perfecta simetría,
caminando con movimiento combado, mirándome a distancia con sonrisa
romboédrica... despojándote de toda mi realidad.