viernes, 30 de mayo de 2014

UN BELLO INSTANTE

Lenta, tardía, helada, casual, suave, como copo de nieve, caíste con vuelo irregular en la estepa de mi corazón.

Posaste alada, bella, ajena, imprecisa, analítica, algorítmica, espacial, hermética, como una curva continua que no posee tangentes.

Me invadiste con sosiego, con metralla de tristeza, con ojos atlánticos de telón de acero, con calma, con quietud, con serenidad, con labios que perennemente intentaban iniciar una sonrisa. Me invadiste con tus armas poderosas, activas, impremeditadas... y seguiste un proceso iterativo. Tu mirada continua, fue como un tirafondo fijado en el centro de mi pecho y se me apretó tanto, que el resto de mi cuerpo quedó agrietado.

Me habitaste con destreza, con chorros de alegría, con corrientes cálidas y afrutadas, con ritmos naturales, con el poder moviente de la atracción, con el delirio paranoide del deseo infinito... Me habitaste cóncava, elástica, profundamente libre, dulce, eterna. Y de nuevo tu inmaculado cielo negro alunizó en el inmenso halo blanco de mi corazón.

Entre la espesa oscuridad de la noche, las nubes negras, tomaban forma de gigantes que se abalanzaban sobre nosotros y nos gritaban como posesos. Y una estrella fugaz pasó oblicuamente tratando de no ser vista y marcando con su luz el tiempo preciso de la duración de nuestra historia común.

 


 
Pronta, libre, dulce, veloz, dura, como grano grueso de granizo, alzaste un vuelo indeseado buscando mundos previsibles y dejando tras de ti bellos recuerdos que permanecerían inmarcesibles en tu vida.

Marchaste efímera, meteórica, parabólica, circular, equidistante, inversa, poética, lírica, como línea paralela zafándose de las garras de cualquier perpendicular.

Te ausentaste con bondad, con ternura interior, pero con espíritu contradictorio. Te fuíste oscura, confusa, superada por ti misma, pero sin negarte... te fuiste transpersonal. Y tus palabras burbujeaban en mi pecho bailando nerviosas como la aguja de una brújula que no encuentra su Norte. Te fuiste con dolor esencia, permitiéndote ser, paralizando lo moral, enmarañando tu cabello...

Partiste con premura, con un esférico modo de ser, pensar y sentir; como madeja de seda, caminaste por calles infinitas, desliándote de ti misma, bailando al aire, moviéndote acompasadamente con millones de hilos, destejiendo los afectos, rompiendo moldes... tumbando dioses. Partiste tarda, mostrando de espaldas tu perfecta simetría, caminando con movimiento combado, mirándome a distancia con sonrisa romboédrica... despojándote de toda mi realidad.

Entre la densa niebla del amanecer, el crepúsculo lento cubría tu cuerpo dejándolo bellamente perlado. La distancia atenuaba mi capacidad visual y las distintas capas gaseosas, eran una sucesión de cortinas de tela de punto elástico que te iban encajando en tu mundo único para siempre...