No hace mucho tiempo me comentaba una amiga que para ella el atractivo de Portugal residía en la decadencia que aún se percibe en ese país. Y es cierto, comparto esa idea plenamente. Cuando los españoles cruzamos a raia nunca focalizamos nuestra atención hacia el avance y el progreso experimentados por este país en los últimos años, sino más bien nos fijamos en aquellos elementos que para nosotros representan épocas pasadas. Llaman nuestra atención los comercios interiormente desorganizados, los negocios con los mostradores de madera, las fruterías que aún utilizan básculas de pesa manual, cuando no romanas, las camionetas con las cajas de madera, las señoras rurales que mantienen el tipismo negro de su vestimenta, los jóvenes con camisas ajustadas y desabotonadas que lucen pelo en pecho, señores con bigote de mediana edad, sombrero de paño y gafas empañadas, varones maduritos con vocación de gentleman, de sonrisa abierta, diligente y dentadura oscurecida por la acción persistente del humo del tabaco... y un largo etcétera que no enumero por falta de espacio y tiempo.
Bueno, pues en estas estaba yo, cuando cojo, llego, voy y me largo a Portugal a comprobar y verificar sobre el terreno las reflexiones anteriormente expresadas.
Llegué hasta la freguesía de Zebreira, perteneciente al concejo de Idanha – a – Nova, en la parte Este del país. La verdad es que me llevó hasta allí el destino, yo no había planeado nada previamente. El destino, muchas veces, nos arrastra a las personas a lugares específicos y luego nos hace creer que este hecho ha sido una libre elección nuestra. El destino es más zorro que el demonio.
Bien, pues una vez allí, efectivamente, todo se confirmó. Pero tuve que añadir un componente esencial más que descubrí in situ: ¡¡LAS BRAGAS!! Madre mía, qué bragas, Dios. Paseaba por el pueblo y me fijé que en casi todas las puertas había tendales para secar ropa. Y en cada uno de los que vi, en distintas partes de la población, había tendidas un par de bragas blancas, de agujeritos y con un tamaño como un paracaídas del ejército alemán. A diferencia de en España, pensé, Portugal aún necesita un gran volumen de trapo en sus fábricas textiles. No es poco el paño que se necesita para confeccionar una braga de esa envergadura. Ya digo, eran caladas. Parecían bragas con viruela. Claro, esos filtros tendrían como función esencial la renovación permanente del aire enrarecido del “cigüeñal” de su portadora. Yo imagino que sería esa la finalidad de los agujeritos. En España mismo, ya no es como antes que había bragas de invierno y bragas de verano. Es más, creo recordar que también había bragas de entretiempo. De entretiempo, qué gracioso. ¿Qué es eso? Si lo piensas bien es una expresión endiablada.
No paraba de pensar en el encaje que tendría ese retal en un cuerpo humano, la movilidad que permitiría a sus usuarias y la funcionalidad de las mismas para miccionar o deponer cómodamente. Sin embargo, para la sujeción de compresas y derivados, imagino que serían un seguro de vida. La verdad es que eran unas bragas del copón, de esas que no se las salta un gitano. ¡¡Qué bragas, Madre del Amor Hermoso!! Aquí se ha dicho ya, caladas eran. Por si era poco.
No obstante, espero y deseo que en mi próxima visita a Portugal, no se produzca un hecho que secuestre mi atención de tal manera, que me impida disfrutar de todo lo bueno de ese maravilloso país. No es bueno que nos quedemos con lo anecdótico, sino que hagamos análisis objetivos y ceñidos a la realidad de los lugares que visitamos.
Investigaré a ver si esta línea de bragas está generalizada. Pienso que ha sido una buena idea compartir esta experiencia que puede tener carácter de circunstancial y que es, a todas luces, un suceso irrelevante.
Bueno, pues en estas estaba yo, cuando cojo, llego, voy y me largo a Portugal a comprobar y verificar sobre el terreno las reflexiones anteriormente expresadas.
Llegué hasta la freguesía de Zebreira, perteneciente al concejo de Idanha – a – Nova, en la parte Este del país. La verdad es que me llevó hasta allí el destino, yo no había planeado nada previamente. El destino, muchas veces, nos arrastra a las personas a lugares específicos y luego nos hace creer que este hecho ha sido una libre elección nuestra. El destino es más zorro que el demonio.
Bien, pues una vez allí, efectivamente, todo se confirmó. Pero tuve que añadir un componente esencial más que descubrí in situ: ¡¡LAS BRAGAS!! Madre mía, qué bragas, Dios. Paseaba por el pueblo y me fijé que en casi todas las puertas había tendales para secar ropa. Y en cada uno de los que vi, en distintas partes de la población, había tendidas un par de bragas blancas, de agujeritos y con un tamaño como un paracaídas del ejército alemán. A diferencia de en España, pensé, Portugal aún necesita un gran volumen de trapo en sus fábricas textiles. No es poco el paño que se necesita para confeccionar una braga de esa envergadura. Ya digo, eran caladas. Parecían bragas con viruela. Claro, esos filtros tendrían como función esencial la renovación permanente del aire enrarecido del “cigüeñal” de su portadora. Yo imagino que sería esa la finalidad de los agujeritos. En España mismo, ya no es como antes que había bragas de invierno y bragas de verano. Es más, creo recordar que también había bragas de entretiempo. De entretiempo, qué gracioso. ¿Qué es eso? Si lo piensas bien es una expresión endiablada.
No paraba de pensar en el encaje que tendría ese retal en un cuerpo humano, la movilidad que permitiría a sus usuarias y la funcionalidad de las mismas para miccionar o deponer cómodamente. Sin embargo, para la sujeción de compresas y derivados, imagino que serían un seguro de vida. La verdad es que eran unas bragas del copón, de esas que no se las salta un gitano. ¡¡Qué bragas, Madre del Amor Hermoso!! Aquí se ha dicho ya, caladas eran. Por si era poco.
No obstante, espero y deseo que en mi próxima visita a Portugal, no se produzca un hecho que secuestre mi atención de tal manera, que me impida disfrutar de todo lo bueno de ese maravilloso país. No es bueno que nos quedemos con lo anecdótico, sino que hagamos análisis objetivos y ceñidos a la realidad de los lugares que visitamos.
Investigaré a ver si esta línea de bragas está generalizada. Pienso que ha sido una buena idea compartir esta experiencia que puede tener carácter de circunstancial y que es, a todas luces, un suceso irrelevante.
6 comentarios:
Qué curioso!! imagino que 'posar' la atención de una manera tan selectiva en una prenda de tales características no hace sino verificar lo condicionados que estamos por lo estético, por lo que 'entra o no entra por el ojo'...
Gracias por deleitarnos de nuevo con tus pensamientos...o debería decir 'obrigado'...
Ya está bien ,la que has liado con las bragas portuguesiñas, me las imagino caladitas como una coladera, con puntillas de escayola y adornos de cemento,reforzadas como el mísmisimo cinturón de castidad y cuello cisne.
He llegado a una conclusión creo que las bragas por esta zona tienen doble función
la suya propia y paracaidas, pués semejantes bragones , no es normal, advertirte amigo primi , que en el Algarve portugués hay unos tangas chulísimos , pero tardarán en extenderse al resto del país.
Mira que fijarte en las bragas portuguesas con las cosas tan bonitas que tiene Portugal.
No hace mucho en nuestro país las cuerdas de la ropa eran parecidas asique seguro pronto cambian esos paracaidas por trocitos de hilo,es cuestión de tiempo.
Gracias por hacerme reir con tu reflexión sobre las bragas
Ja ja ja ja!! Por favor, pero que fuerteeee!!! ja ja ja ja!! Por cierto, que los "tendales" que viste apuesto a que eran de las abuelitas del lugar, es que no puede ser otra cosa... ja ja ja ja!! Aparte, nuestras vecinitas descubrieron mucho antes que nosotras lo de el look a lo "brasileña" y que decir de los "Tangas Do Fio Dental" uff!! a ver si como son tan pequeñitos no te fijaste bien y pasaron desapercibidos ... o igual pensante "mira, tambien tienden mogollón de cordones de zapatillas de colores....." ja ja ja ja!!
Hola a todos: es muy simpatico el comentario sobre las bragas de Portugal,viendo la foto del autor no es de extrañar !!es que tiene cara coño!!se nota que conocemos muy poco de España.Ir a Portugal a comprar toallas,comer bacalao y buscar tendales con bragas,deja patente la cultura y la riqueza que tenéis la mayoría de los Españoles,lo siento por vosotros.
No hombre Viriato, no te cabrees, no hay un ataque a Portugal. Es una anécdota graciosa y no más, que se puede producir también en España,por supuesto. Admiro y quiero a Portugal tanto como a España y me encantaría que fuéramos uno, de verdad. De hecho, la entrada sigue con otras dos partes y lo especifico bien. Te pido disculpas y te has sentido mal o has visto un ataque a Portugal, gran y maravilloso país. Un abrazo fuerte para todos los portugueses y en especial para ti Viriato.
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