jueves, 8 de julio de 2010

OLVIDAR

Pedía ayuda para olvidar, pero olvidar es muy difícil. Para ahorrarle un sufrimiento mayor, se lo dije inmediatamente. Olvidar es una tarea tremendamente complicada, porque los recuerdos tienen más fuerza que la propia realidad, incluso son más potentes que la voluntad del ser humano. La dificultad o la imposibilidad de olvidar lo que nosotros queremos y cuando nosotros queremos hace pequeño, vulnerable e insignificante al ser humano.

Sin embargo, es increíble con qué facilidad nos olvidamos de nosotros mismos. Pasamos enormes temporadas sin acordarnos de quiénes somos, qué representamos y qué hacemos aquí.

Conformamos nuestra propia biografía como un camino salpicado de alegrías y tristezas, de esperanzas cumplidas y de expectativas frustradas, de recuerdos imborrables que, muchas veces, hacen que no se produzca nuestra propia ruina. A medida que transcurren los años, los paisajes de nuestra vida se llenan de cráteres, como la superficie de la luna. No se llegan a olvidar ni los malos momentos ni los buenos. Los recuerdos quedan insertos en el pozo de la memoria como huellas indelebles de todo lo vivido.

Sus lágrimas seguían fluyendo, eran también chorros de olvido. Sus ojos vidriosos me contaban que necesitaba olvidar, pero el olvido no es una herramienta que se deje utilizar a nuestro capricho. Sus palabras eran tristes, expresaban algo más que meras composiciones léxicas… anhelaban olvidar…

Claro, buscamos olvidar cuando alguien nos pide el corazón y le entregamos hasta el alma. Los ladrones de almas son muy crueles, se las llevan y luego nunca las quieren devolver, se las quieren quedar aunque ya no las amen...

Cuando alguien es olvidado, se le hace imposible el olvido. Tal vez quien pedía ayuda para olvidar, olvidó que era ella la OLVIDADA.

2 comentarios:

Vega dijo...

Considero un peligro tanto para nosotros como para los que nos rodean el olvidarse de uno mismo. El tenernos presentes no es sinónimo de egoismo. Más bien de equilibrio. Sin embargo, en muchas ocasiones insistimos en nuestro propio olvido.
Con el tiempo los recuerdos y los olvidos nos ayudan a escontrar y establecer ese equilibrio.

Ana dijo...

Hace tiempo que me cuesta hablar,
como un miedo a no saber estar
donde los demás me piden que esté,
miedo no se bien a qué...
Y cada día creo un poco más
que la edad nos va haciendo callar, ya no digo tonterías por decir, me asusta lo que creen de mí…
Al olvido,
todo cuanto he aprendido, si ha de hacerme tanto daño lo que guardo en el cajón, yo se lo regalo al olvido, todos y cada momento que hasta hoy llevaba dentro no los quiero junto a mí, se los regalo al olvido.
(Elefantes, "Al Olvido")