lunes, 9 de enero de 2012

CÓMO DECÍRTELO

Mis posibilidades no soy yo porque sí, sino las armas que puedo manejar con soltura. Necesito tu conquista, pero aún tú vives ajena a mi necesidad. Te quiero, quiero conseguirte, deseo meterte en mi mundo; pero tú esto no lo sabes, tú vives en otras esferas y estás sujeta a códigos diferentes a los míos.

Me doto de dos poderosas herramientas: el silencio y la mirada.

Sopeso.

Investigo las latitudes que pisas, trato de moverme en las mismas coordenadas.

El silencio comporta un riesgo aún mayor.

Las palabras, si son medidas y encajadas con precisión quirúrgica, pueden ser clarificadoras, pueden acercar, pueden clavarse en el corazón y conquistarlo, o recomponerlo… o pueden clavarse en el corazón y partirlo en mil pedazos. Las palabras rodean y aprisionan a quién las emite y están subordinadas a la interpretación de quién las recibe. Las palabras, a veces, alivian, pero otras veces también matan.

La mirada es la certeza.

Buscar un punto en el infinito dónde nuestras miradas se encuentren y decidan enlazarse. Las miradas siempre muestran intenciones, buscan abrir caminos; siempre pretenden entrar en algún lugar, aunque sean espacios prohibidos. Las miradas tienen vuelo libre, escapan de la norma. Las miradas siempre van desnudas, sólo hay que saber decodificarlas. Las miradas sirven con lealtad al amor, aunque muchas veces no consigan sus propósitos.

El silencio crea intriga, pero también genera misterios que deseamos resolver.

Las palabras tienen el don de generar más palabras, mientras que el silencio posee el don de tragárselo todo. Las palabras viajan, en algunas ocasiones, mecidas por bellas melodías de amor; en otras ocasiones, las palabras, son dardos con la punta envenenada que rompen y explotan dianas con forma de corazón.

La mirada es la esperanza.

Encontrar el lugar donde nuestras miradas dejen de ser paralelas y se conviertan en plantas trepadoras, para que nos trepemos el uno al otro, reptándonos con nuestras miradas. Tu mirada necesita ser encontrada por mi mirada, tener ese final. La mirada del amor es diferente, cambia ligeramente el color de los ojos. Mi mirada le cuenta con el silencio a la tuya que nos podemos esperar.

El silencio y la mirada.

Por favor, búscame, ven a mí, encuéntrame, envuélveme con el abrigo sedoso de tu silencio, acaríciame con el tacto plúmeo de tu mirada.

El silencio y la mirada.

Por favor, espérame, deja que te mire, que te cuente con mi silencio lo que siento, que clave mi mirada en tu preciosa cara, que meta mis silencios en lo más profundo de tu corazón.

Te quiero.

3 comentarios:

Alba dijo...

Es la mirada la mejor forma de expresar las emociones, perdura durante largo tiempo, profundiza llegando a lo más hondo de cada ser y es el acto de ternura más bonito que existe....

Paloma dijo...

Me asombra tú facilidad para enlazar palabras tan bien encajadas. Despiertas sensaciones dormidas. Felicidades por ser capaz de regalar bienestar al leerte.
Un saludo!!

Primitivo E. Azabal dijo...

Muchas gracias a las dos por vuestras palabras. Muchas gracias por leerme...