Hay verdades eternas, tu mirada es una de ellas.
Tu mirada abre mi corazón, llena sus aortas de vida y lo colma de alegría. La alegría propia de mirarte y verse mirado por ti.
Tu mirada es un canto de ternura, un sonido melodioso que aprecio, amo y me sumerjo en él. Es un poema corto, pero heroico.
Tu mirada es diferente, se llena de color con lo que le gusta. A veces, se llena de color viéndome. Es un libro sagrado, tal vez litúrgico.
Tu mirada es bellamente hiriente, cuando su foco se sitúa fuera de mí. Es un sentimiento ardiente si está ausente, mortal si está y no es para mí...
Tu mirada me lleva y me trae, me trata como el viento trata a una hoja que el otoño humilló. Es como el aleteo de un pájaro herido, la veo y me deja inerme.
Tu mirada tiene un perfume, como el delicado aroma de las violetas. Es de trazo radical, como la hoja de una planta de alta montaña.
Tu mirada es una mirada que nunca deja de ser, que siempre es y está, porque es una mirada que no depende de condiciones.
Tu mirada siempre pregunta, le encanta descubrir e indagar. Muchas tardes tu mirada pregunta al viento por mí y se queda pendiente de sus ecos.
Tu mirada nunca contesta, porque tu expresión lo dice todo. Muchas veladas tu mirada se esconde del resto del mundo y entonces, yo, camino con la brújula buscándome junto a ti.
Tu mirada es de foco único, suele ver el mundo como un cristal roto, lleno de fracciones. A veces, el reflejo que ese cristal roto le devuelve soy yo reconstruyéndome, soy yo recién pasado por tu mirada, soy yo volviéndola a esperar...
Tu mirada no pone filtros, por eso sé cómo amas. Es una mirada que mezcla el otoño y la esmeralda, que escudriña lo más profundo de mi corazón, que cuenta el secreto más recóndito del verbo amar.
Tu mirada, a veces, no nace en tus ojos, está parida por el corazón.
Y es que hay verdades eternas, como la libertad de tu mirada.
Tu mirada abre mi corazón, llena sus aortas de vida y lo colma de alegría. La alegría propia de mirarte y verse mirado por ti.
Tu mirada es un canto de ternura, un sonido melodioso que aprecio, amo y me sumerjo en él. Es un poema corto, pero heroico.
Tu mirada es diferente, se llena de color con lo que le gusta. A veces, se llena de color viéndome. Es un libro sagrado, tal vez litúrgico.
Tu mirada es bellamente hiriente, cuando su foco se sitúa fuera de mí. Es un sentimiento ardiente si está ausente, mortal si está y no es para mí...
Tu mirada me lleva y me trae, me trata como el viento trata a una hoja que el otoño humilló. Es como el aleteo de un pájaro herido, la veo y me deja inerme.
Tu mirada tiene un perfume, como el delicado aroma de las violetas. Es de trazo radical, como la hoja de una planta de alta montaña.
Tu mirada es una mirada que nunca deja de ser, que siempre es y está, porque es una mirada que no depende de condiciones.
Tu mirada siempre pregunta, le encanta descubrir e indagar. Muchas tardes tu mirada pregunta al viento por mí y se queda pendiente de sus ecos.
Tu mirada nunca contesta, porque tu expresión lo dice todo. Muchas veladas tu mirada se esconde del resto del mundo y entonces, yo, camino con la brújula buscándome junto a ti.
Tu mirada es de foco único, suele ver el mundo como un cristal roto, lleno de fracciones. A veces, el reflejo que ese cristal roto le devuelve soy yo reconstruyéndome, soy yo recién pasado por tu mirada, soy yo volviéndola a esperar...
Tu mirada no pone filtros, por eso sé cómo amas. Es una mirada que mezcla el otoño y la esmeralda, que escudriña lo más profundo de mi corazón, que cuenta el secreto más recóndito del verbo amar.
Tu mirada, a veces, no nace en tus ojos, está parida por el corazón.
Y es que hay verdades eternas, como la libertad de tu mirada.