jueves, 26 de abril de 2012
DIEGO "EL COJO" II
DIEGO "EL COJO" I
viernes, 13 de abril de 2012
INVISIBLE
El recuerdo de mi historia personal me mantiene viva, a pesar de algunos patrones culturales que atacan y atentan, desde las trincheras de mi parte emocional, contra los bellos campos azules de mi razón.
Me abrazo al cuerpo etéreo de Pollyanna y mi presente se compone de gestos hermosos y sosegados. Mi mirada sabe decodificar las claves de este mundo incierto. Ahora ya sí. Mi lámpara interior se enciende, he madurado lenta y progresivamente, de manera segura y equilibrada. El paso armónico de mi tiempo arroja luz sobre mí y esto favorece a los demás. La importancia de mi función social se agranda. Y mi leyenda también.
En las aguas quietas del lago consigo una mejor visión, con las aguas calmadas es cuando puedo ver el fondo, que es lo realmente importante. En la superficie ya nadé bastante en tiempos pasados. No puedo cambiar las circunstancias, no tengo capacidad para variar la fuerza de la vida, su empuje; pero sí que puedo ser la dueña de mis actitudes frente al mundo.
Me miro al espejo, me redescubro, recompongo mi equilibrio, recalculo mi destino... y ello desplaza mi existencia de la esfera del tiempo a la ETERNIDAD.
Me gusta sentarme en campos llenos de flores para pensar en mí. Me suelto el pelo y soy nube blanca sobre fondo de cielo, de espacio, sobre tonos mandados por el quinto color del espectro solar. La sensación que me creo me lleva a la dicha, me aleja del dolor; y me siento feliz, porque son tardes en las que mi ánimo escapa de medicinas incapacitantes, de barrotes que me apresan, de grilletes que me atan, de amores escondidos que me hacen esclava...
Un toque lejano de campana me hace transitar de mi condición de mujer soñadora a mujer enamorada. Dudo, sufro, río... hiervo. Busco una plenitud que no encuentro. Otra vez: dudo, sufro, río... hiervo... Y el ciclo descrito, es como si fuera ya una tradición de mujer enamorada. Luego, presente... ¿futuro imperfecto?
Hurgo en mi ternura interior, mi melancolía me pinta de gris. Un baile de recuerdos desfilan por una pasarela sin retorno, se resbalan por el sumidero del olvido. Me pregunto si todo hay que vivirlo, o si vivir determinadas cosas merece la pena. Alcanzo la conformidad, mi vida no es un menú abierto que te deja elegir, no es un abanico de posibilidades de libre elección; más bien mi vida es una estructura férrea e impositiva. Se vive lo que se vive. Mi línea de continuidad me parece un abismo. Soy consciente de mi soledad y de mi impotencia frente a la fuerza de la naturaleza, aunque a veces esta consciencia me resulta una prisión insoportable, pero soy sabedora de que existen pócimas para volver a respirar, así me lo dice mi experiencia.
Hoy abrazo las consideraciones de la obra de María Jesús Manzanares acerca de la felicidad y de la esperanza y me siento dichosa de ser no sólo lo que hace patente los hechos de mi biografía, sino también lo que reflejan mis expectativas y mis sueños. Mi expectativa es no romper jamás el vínculo que me une a quien amo. Y mi sueño es ser amada de manera proporcional a como yo lo hago.
Ya veis, esta soy yo. Nada especial, una mujer de mi tiempo hecha de remiendos y recuerdos... Una mujer que haría cruces ante Dios, que buscaría hechizos en países mágicos y remotos y que haría brujerías para conseguir no desdibujar nunca una sonrisa... La sonrisa que sale de mis labios tomada de los tuyos...