miércoles, 23 de noviembre de 2011

EL DOMINGO FUI A MISA II

Una preciosa canción de órgano dio una mayor solemnidad al acto religioso, también nos llenó de alegría y nos hizo sentir el gozo del Señor por su fiesta. No sé por qué, pero cada vez que suena el órgano en una iglesia, todos los fieles miramos, primero, al techo del templo y, seguidamente, al Cristo crucificado que está en el retablo principal de la iglesia. Inclinamos ligeramente la cabeza hacia un lado y en sumo secreto pedimos a Dios que nos redima de nuestros pecados. Esto lo hacemos por si acaso, no vaya a ser que exista. ¡Qué zorracos/as!


Cuando se apagaban las últimas notas de la melodía, Don Valerio, con más pasión que nunca y con un timbre de voz casi celestial, se esmeraba en explicarnos el Santo Evangelio según San Mateo. Al parecer a San Mateo le parecía que quién temía al Señor, estaba colmado de dicha. Pues sinceramente esto, dándole la vuelta, es tanto como afirmar que el que ama al demonio está completo de gloria. No me digáis que no cabe interrogarse si esa reflexión la hizo San Mateo estando sereno, so pena de que a este apóstol le faltara un tornillo.


Cuando ya vi que la doctrina de San Mateo no me entraba ni con calzador, de nuevo me dediqué a barrer la iglesia con la mirada. Con la voz de fondo del pastor de San Esteban, abstraído en mis pensamientos, detuve mi mirada en dos imágenes que flanqueaban el Altar Mayor del templo: Jesucristo a la izquierda y la Virgen María a la derecha. Y las observé con detalle. Pude comprobar que estas dos imágenes principales de la religión católica tienen un patrón rígido en su diseño y construcción, en todas las iglesias están representados de forma idéntica. Y si me permitís, expreso aquí tan ricamente que ya me extraña a mí que así fueran a ser Jesús y María. Ya, ya.


Jesucristo es presentado siempre con los codos y las rodillas hechas un cisco y ensangrentadas, así como también un par de lágrimas de sangre en su rostro; suele aparecer amenazante, triste, lloroso, oscuro, sucio y, sobre su hermosa melena, una corona de espinas, por si era poco. De ahí que, a pesar de su cuerpo atlético, se popularizara la expresión de “estás hecho un Cristo”. No me extraña ni un pelo, menudo periplo pasó desde que arrancó con la Cruz a cuestas hasta que lo crucificaron.


Con la Virgen María, los imagineros, han tenido mucha más consideración. Esta figura aparece con un halo de divinidad; salvadora, gloriosa, clemente, alegre, limpia y compasiva. Su rostro es de sentimiento grato, aunque de piel pálida, avejentada y desnaturalizada como si fuera fumadora. Y como base suele tener una especie de nube o de trozo de cielo con varios angelitos pequeñitos asomando con el dedo índice estirado, pero sin señalar a nadie. ¿Habíais pensado en eso alguna vez? Absolutamente nadie le conoce los pies a la Virgen. Por cierto, lo contrario que con Jesucristo, que siempre que hacemos referencia a la dureza de un objeto o un alimento, nombramos tan campantes los pies de Cristo en la comparativa. ¡Cuidado que da juego a nivel coloquial esto, chacho!


Metido de lleno estaba yo en estas observaciones cuando, de repente, me devuelve al momento un toque suave en mi hombro con un cesto. Reconozco que me cogió descuidado y me supuso un mal trago, ya que cuando vemos venir la bandeja con tiempo, tenemos margen suficiente para escarbar el monedero y sacar las monedas que tenemos de color cobre. No nos engañemos, esto es así. Y además es así en todo tiempo, no está relacionado con la crisis. Tan sólo se produce una excepción: sólo se llena alegremente el cesto los días señalados para cada Virgen o para cada Cristo. Por ejemplo, si es el día de la Virgen de la Piedad, con peticiones previas de milagros o concesiones importantes, las personas interesadas, instaladas en la esperanza de que se les conceda lo pedido, sacuden el monedero y arrean algún billete. De lo contrario, lo dicho: cobre, cobre y más cobre.

3 comentarios:

Rodolfo Plata dijo...

JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. La importancia capital de la crítica a la cristología de san Pablo, radica en que nos aporta los elementos de juicio necesarios para darnos cuenta el fatal error que cometió Pablo en sus epístolas al cercenar la naturaleza humana de Cristo; cegando a la humanidad de la posibilidad de alcanzar la trascendencia humana y la sociedad perfecta practicando el altruismo, el misticismo y el activismo social intensos; y de la urgente necesidad de corregir la doctrina de la Iglesia formulando un nuevo cristianismo que no omita sino que acentué la trascendencia humana de Cristo que es su cualidad espiritual más importante para la humanidad, a fin de que el cristianismo afronte con éxito los retos y amenazas del Islam, el judaísmo, las corrientes de la nueva Era y la modernidad. http://es.scribd.com/doc/73578720/CRITICA-A-LA-CRISTOLOGIA-DE-SAN-PABLO

María Magdalena dijo...

Veo que tocas los temas cristianos con especial dulzura, pensé que eras profano de casta, pero apuesto que la PAZ de una señora de labios rojos y gafas doradas te ha desequilibrado la razón, aunque confío en tu resiliencia.

Besos, María Magdalena, antaño y en el presente, la terremoto de los hombres.

Primitivo E. Azabal dijo...

Hombre María Magdalena o terremoto de los hombres, como quiera que sea. Yo soy totalmente ateo, pero la dulzura que tú percibes es porque he transmitido literalmente lo que viví en esa iglesia. Y ya sabes, el mundo eclesiastico es así de pasteloso...
Un saludo a todos/as!!!