martes, 19 de noviembre de 2013

DE LINAJES Y PUTAS III


Pues bien, una vez desmitificado este mundo y divinizada la profesión de prostituta, pasamos ya a contar el curioso hecho que inspiró esta entrada de blog.

Olegario el Moscas es un asiduo cliente de un puticlub determinado ubicado en la zona Oeste de la península Ibérica (no puedo concretar más, porque debo guardar la debida discreción). Este buen ciudadano se me quejaba recientemente de que su puta de referencia se había cogido unos días de vacaciones y que él se sentía huérfano en el terreno sexual. Y también en el sentimental.

-      ¿Sabih, Primitivu, que se ha cogíu unuh díah de vacacionih la Catina? – me informó.

-      ¿Quién, la puta? – interrogué.

-      No seah tan bruhcu, no la llamih así –me censuró.

-      Ay, perdón Olegario, pero no te preocupes que lo digo sin connotación negativa, con todos los respetos, ¡eh! No obstante, no te preocupes que no vuelvo a utilizar esa expresión – apostillé.

Ante esta información y en medio de una tarde lluviosa de sábado, decidí proponerle a Olegario visitar una localidad cercana, dar un paseo y merendar unos churros con chocolate. Y este aceptó.

Durante el viaje me hizo una curiosa y nostálgica retrospectiva de su pasado putero.

-      Con la peseta era mejó, ¿sabih? Jodíah por cuatru perrah.

-      Toma claro, Olegario, bien me creo yo que los precios de la jodienda se hayan ido también actualizando en base al IPC.

-      Yo me acuerdu cuandu yo iba al Lux May y, claru, hasta que cobrabah no teníah ni un putu duru y dejabah a debé loh polvuh. El hombri se portaba bien, te loh apuntaba en un cuadernu y al final del meh ibah a jodé otra veh y ya le pagabah.

-      Ya, ya me lo has contado alguna vez. Bueno, eran otros tiempos, Olegario.

Tras un apacible paseo con paraguas, Olegario el Moscas me apremió a tomarnos pronto la merienda, porque él tenía pensado ir al cine, a la sesión de las ocho.

Y durante la merienda, de manera sorpresiva, se produjo un intercambio de mensajes de texto vía móvil entre una interlocutora muy especial y el propio Olegario, lo que logró terminar con la consternación y la pesadumbre que lo asolaba. Era Catia, la puta albana que ocupaba sus pensamientos… Y tal vez algo más.

Me fue mostrando dichos mensajes en tiempo real, los cuales transcribo a continuación literalmente:

o       Catia: Hola ya estoy aki y tengo gana de verte besos dulce como tu ji ji ji ji.

o       Olegario: ahhh no se si creerte. puede ser que me acerque luego o mañana.

o       Catia: Ok esta nochey mejor creme.

o       Olegario: jijiji como quieras. voy al cine a las 8 y luego te veo creo…. jjjjj.

o       Catia: Ok yo estare esperándote despos te vienes y asemos una peli porno je je je je.

o       Olegario: espero que sea buena j j j aunque no me gusta ver ese genero pero si practicarlo j j j.

o       Catia: Claro lo asemos tu y yo la peli je je je.

o       Olegario: por cierto ayer estuve ahí  tomando una copa jjjj.

o       Catia: y con kien meas poesto los cornos te mato jo jo jo.

o       Olegario: pregunta y te sorprenderas jjjjj eso no te lo puedo decir.

o       Catia: Me dijo ke no suvistes teas portado bien je je je.

o       Olegario: acertaste mi corazón es solo tuyo jjjj.

o       Olegario: y lo demás también jijijiji.

Así terminó esta primera tanda de sms, que se produjeron en mi presencia. Los que copio a continuación me los dejó ver Olegario al día siguiente y se los intercambiaron estando él ya en el cine.

o       Catia: No se acavado la peli ke espero la mia jo jo jo.

o       Olegario: no. sigo en el cine pero me han llamado para tomar algo. no se si podre ir. si no te veo mañana.

o       Catia: Ok besos dulce.

o       Olegario: si quieres te voy a recoger cuando termines y te quedas en mi casa.

o       Catia: Otro dia ke oy estoy cansada de viaje vale te espero maniana. Que pases boena noche y ke soenias con migo.

o       Olegario: me lo pensare. mañana pueden pasar muchas cosas j j j j.

o       Catia: No no maniana te vienes tu y el domingo ok. El domingo yo si no, no ai trato tu el primero y despoes la gica.

o       Olegario: ya hablaremos no te entiendo bien.

o       Catia: Ablaremos no maniana te vienes y maniana me entiendes mejor je je je.

Y aquí terminó esta amena y alegre conversación entre Olegario el Moscas y su querida puta. Lo que pasó después, evidentemente, yo lo sé, pero creo que no aporta nada de valor a esta entrada de blog, por tanto, lo guardo para mí.

Sin embargo, las historias de los nobles, las del cura don Lorenzo Milani y sus alumnos de Barbiana y las de Olegario el Moscas y Catia, son el más fiel testimonio de que las putas son atemporales, interclasistas, versátiles, curativas... HUMANAS.

¡Ah, lo olvidaba: y de Dios, las putas son también de Dios!

lunes, 11 de noviembre de 2013

DE LINAJES Y PUTAS II

Continuando a estos niveles sociales, traigo un testimonio bien interesante que otro egregio caballero realizó acerca de las putas, el fallecido señor José Luis de Vilallonga y Cabeza de Vaca, noveno Marqués de Castellbell, Grande de España, aristócrata, actor y escritor, biógrafo oficial del Rey don Juan Carlos I, el cual, en un momento de debilidad emocional, hizo unas declaraciones calificadas como incendiarias por la denominada prensa rosa o de crónica social: “... ¡¡me encantan las putas!! Son un servicio público, la mayoría de los hombres de mi edad se han educado a nivel sexual en las sombras de un prostíbulo...”. Sinceramente, por su condición de noble, me parecen unas declaraciones tremendamente honestas, ya está bien de fer a la puta i la Ramoneta, que dirían mis amados y admirados hermanos catalanes.

A su vez, este célebre y polifacético hombre de acreditada prosapia, solía narrar una divertida anécdota sobre el distinguido director y guionista de cine italiano Federico Fellini. Contaba que el reseñado cineasta visitaba cada tarde a una puta, cuyo culo contemplaba con delectación, hasta que acababa la cita, y entonces Fellini palmeaba el culo de la meretriz y marchaba del prostíbulo, saliendo del mismo tan aliviado como el beato pecador sale de un confesionario. Para que vengan a negarme a mí que las putas lo mismo valen para un roto que para un descosido. ¡¡Qué importancia capital tiene el oficio, por Dios!!

Y ya, tomando el ascensor social y bajando algunos pisos, dejamos arriba la nobleza y pasamos a reflejar las percepciones que el pueblo llano aporta al edificante mundo de las putas.

Recién ingresado en la Universidad de Salamanca, allá por el año 1989 o 1990, uno de los profesores que tuve en magisterio, mandó como obligatorias una serie de lecturas de carácter histórico acerca de las diferentes escuelas y los diversos modos de enseñar que se han producido a lo largo de la historia, no sólo en nuestro país, sino a nivel mundial. Resulta que entre esas lecturas, había un libro/manifiesto contra el fracaso escolar titulado “Carta a una maestra”, cuyo título original era “Lettera a una Professoressa”, que estaba escrito por los alumnos de la escuela de Barbiana. Barbiana es el nombre de un pueblecito de Vicchio, en el valle de Mugello, en Florencia (Italia). Bien, pues el párroco de esta localidad, llamado don Lorenzo Milani, buscó alternativas a la escuela tradicional y propugnó una experiencia educativa donde se reestructuraban todos los problemas y situaciones de orden humano, sociopolítico, histórico y religioso.

Y fueron sus alumnos, guiados e iluminados por este sabio sacerdote, quienes dieron con la clave de las putas y su relación con el mundo. Escriben literalmente que “… las putas son como los curas y las maestras, se enamoran enseguida de sus criaturas. Si luego las pierden no tienen tiempo de llorar, ya que el mundo es una familia inmensa. ¡¡ Y hay tantas otras criaturas a quien servir!!”

¡¡Qué barbaridad, Dios mío, qué afirmación!! La conservo intacta y fresca en mi memoria desde que la estudié, incluso la resalté en el examen oral de Pedagogía General, ante la sorpresa, el asombro y la satisfacción disimulada de mi profesor.

Claro, esta idea, reestructura la percepción general que la sociedad tiene acerca de la relación prostituta/cliente. Y desmonta la cruel idea que tenemos todos de que la humanidad del cliente siempre se contrapone a la frialdad de su puta. ¡¡Mentira cochina, como bien descubren los alumnos de la Escuela de Barbiana, dirigidos por el gran pastor don Lorenzo Milani!!

Por eso, la inmensa mayoría de los usuarios de prostíbulos, una vez pasados los periodos iniciales y asentada y controlada su pulsión, repiten con frecuencia con la misma puta: por deseo mutuo, nunca por decisión unilateral ni por casualidad. Existe ahí un amor bidireccional subyacente no tangible, pero potente como pocos.

Y estas divagaciones previas tan complicadas y profundas, autorizan y dan vigencia a la idea que Platón plasmó en su obra “El banquete”: “Abolengo, honores, riquezas, nada puede inspirar al ser humano como el amor, lo que es necesario para llevar una vida honorable”.

CONCLUSIÓN: La prostitución es una profesión Santa, perfecta y libre de toda culpa, de culto universal, de especial virtud y ejemplo, consagrada a Dios y, por tanto, venerable.

Y por si esto fuera poco, trae a todo ser humano especial provecho.

martes, 5 de noviembre de 2013

DE LINAJES Y PUTAS I


Queramos o no reconocerlo hay un hecho que, para bien o para mal, ha venido en resultar un mundo fascinante para propios y extraños: el sumamente controvertido universo de las putas.

La prostitución, al igual que la política, el fútbol, la religión, etc., logra unos posicionamientos claramente marcados, ya sean a favor o en contra, pero nunca deja indiferente. De ahí que podamos calificar ese mundo de complejo a la par que fascinante. Tiene un halo de misterio envuelto en las tinieblas de la noche que siempre logra captar la atención de la gente, ya sea con reacciones beligerantes o de comprensión y apoyo. ¡¡Ay, esa necesidad humana fundamental de resolver los misterios!!

El caso es que a todo el mundo le gustaría decidir por las putas, cuando ellas deben ser las que rijan su propia vida, tal cual me comentó una chica del gremio recientemente.

-    Todo el mundo opina de nosotras y todo el mundo quiere arreglarnos la vida, Primitivo.

-    Hombre, Jenny, eso dice mucho de la bondad natural del ser humano.

-    ¡Bah, paranoias, no me jodas, os podíais ir todos a tomar por culo!
 
-    ¡¡Olé!!

Huelga decir que estoy hablando de putas por vocación o, cuando menos, por voluntad propia. De ahí para arriba no se hablaría del noble oficio de vender sexo, sino de explotación pura y dura.

Y sinceramente estoy plenamente de acuerdo con Jenny en que, quien ejerce el oficio de puta, tiene que tener una autonomía y una capacidad de decisión plena sobre sus designios, debido a la importancia capital de su profesión y a la relevancia social que históricamente esta ha tenido (por cierto, contra lo que se cree, no es el oficio más viejo del mundo, un día cuento esto).

Y ahora paso a  fundamentar, a través de algunas vivencias y ejemplos próximos, la enorme entidad que trato de asignarle a la profesión de meretriz.

Un buen ciudadano de Nuñomoral llamado Rodolfo, más conocido como el Redes, trabajó de mayordomo hace muchos años con una familia  española de alta alcurnia, una familia de las de cinco tenedores, de estas de rancio abolengo. Esto lo saben muy pocos paisanos nuestros, porque Rodolfo el Redes jamás lo contaba, para darse una modestia y una discreción que él creía acorde a la importancia y gravedad del cargo que en el pasado había ostentado. Sin embargo, un día cualquiera de un año cualquiera en un lugar preciso, movido por la curiosidad y observando su porte marcial y sus delicados modos, le inquirí:

-    Redes, me sorprenden esas formas tan finas que tienes tú de relacionarte con el mundo. ¿Dónde aprendiste tanta educación, tanta urbanidad y tanta cortesía? ¿Cómo adquiriste esas formas tan exquisitas de interacción social?

Se sintió tan halagado y le cayó tan en gracia la pregunta que me desveló su secreto mejor guardado:

-    Huy, Tivi, si yo te contara. Aquí donde me ves, yo estuve trabajando de mayordomo para un Grande de España, amigo. Unos marqueses de renombre, lo que me dio pie a conocer a una cantidad importante de gente de la alta nobleza española. ¿Cómo te ha quedado el cuerpo, compadre?
 
-    De piedra, Redes, de piedra, así me ha quedado. Te juro que siempre sospeché que algo extraordinario formaba parte de tu historia personal.

La verdad es que este buen vecino y paisano tiene nombre de mayordomo: Urbano, Alfredo, Sebastián y, cómo no, Rodolfo, pero nadie en el pueblo habríamos pensado jamás que un hombre de su tiempo hubiera accedido a un puesto de esa significación.

Me resultó muy satisfactorio recibir esa información, la verdad; pero lo que realmente terminó de llenarme el gorro fue la anécdota que contó después, la cual, por la relación de su contenido con el tema de esta entrada de blog, la transcribo aquí literalmente:

-    Un tarde, el señor de la casa, don Amadeo Villalta y Osuna de Morterero, Marqués de Villamejor, como tantas veces, organizó uno de los muchos cócteles de hombres en uno de los más grandes y hermosos salones de su casa. Y en una de mis asistencias a los corrillos de duques, marqueses, condes, barones y demás títulos y dignidades nobiliarias, mientras les ofrecía la bandeja, escuché cómo expresaban la necesidad de terminar la noche contratando los servicios de algunas prostitutas para, según sus propias palabras,  poder aliviar sus necesidades varoniles. Uno de ellos me miró y buscó mi complicidad con su sonrisa, pero yo me mantuve impertérrito, ni pestañeé.

-    ¿Y él se conformó con tu indiferencia? Te lo digo porque le gente pudiente necesita tener la completa seguridad de que todo funciona acorde a sus estrictos intereses, a su capricho.

-    No, no se conformó. Te cuento. Resulta que el preclaro personaje abandonó el grupo, me tomó amablemente por el brazo, me llevó a un rinconcito y me desveló uno de los secretos mejor guardados de la nobleza: “Amigo Rodolfo, atiéndame lo que le voy a decir probo sirviente: un caballero, o más precisamente un gentleman, no puede permitirse bajo ningún concepto que se aprecien su ruina ni su tristeza; sin embargo, es muy aceptado y valorado que su carácter muestre una punta de golferío, una tendencia digamos natural a las putas... jojojojo...”.
 
No me digáis que no es impresionante lo que le cascó el principal caballero a nuestro amigo el Redes, una frase que define con certera precisión de manera integral en qué consiste genéricamente la nobleza ruin, esa que ostenta título pero no tiene ni un ochavo. ¡¡Ay, las apariencias, Dios mío!!
 
Los nobles y las putas, seres sin par.