lunes, 11 de noviembre de 2013

DE LINAJES Y PUTAS II

Continuando a estos niveles sociales, traigo un testimonio bien interesante que otro egregio caballero realizó acerca de las putas, el fallecido señor José Luis de Vilallonga y Cabeza de Vaca, noveno Marqués de Castellbell, Grande de España, aristócrata, actor y escritor, biógrafo oficial del Rey don Juan Carlos I, el cual, en un momento de debilidad emocional, hizo unas declaraciones calificadas como incendiarias por la denominada prensa rosa o de crónica social: “... ¡¡me encantan las putas!! Son un servicio público, la mayoría de los hombres de mi edad se han educado a nivel sexual en las sombras de un prostíbulo...”. Sinceramente, por su condición de noble, me parecen unas declaraciones tremendamente honestas, ya está bien de fer a la puta i la Ramoneta, que dirían mis amados y admirados hermanos catalanes.

A su vez, este célebre y polifacético hombre de acreditada prosapia, solía narrar una divertida anécdota sobre el distinguido director y guionista de cine italiano Federico Fellini. Contaba que el reseñado cineasta visitaba cada tarde a una puta, cuyo culo contemplaba con delectación, hasta que acababa la cita, y entonces Fellini palmeaba el culo de la meretriz y marchaba del prostíbulo, saliendo del mismo tan aliviado como el beato pecador sale de un confesionario. Para que vengan a negarme a mí que las putas lo mismo valen para un roto que para un descosido. ¡¡Qué importancia capital tiene el oficio, por Dios!!

Y ya, tomando el ascensor social y bajando algunos pisos, dejamos arriba la nobleza y pasamos a reflejar las percepciones que el pueblo llano aporta al edificante mundo de las putas.

Recién ingresado en la Universidad de Salamanca, allá por el año 1989 o 1990, uno de los profesores que tuve en magisterio, mandó como obligatorias una serie de lecturas de carácter histórico acerca de las diferentes escuelas y los diversos modos de enseñar que se han producido a lo largo de la historia, no sólo en nuestro país, sino a nivel mundial. Resulta que entre esas lecturas, había un libro/manifiesto contra el fracaso escolar titulado “Carta a una maestra”, cuyo título original era “Lettera a una Professoressa”, que estaba escrito por los alumnos de la escuela de Barbiana. Barbiana es el nombre de un pueblecito de Vicchio, en el valle de Mugello, en Florencia (Italia). Bien, pues el párroco de esta localidad, llamado don Lorenzo Milani, buscó alternativas a la escuela tradicional y propugnó una experiencia educativa donde se reestructuraban todos los problemas y situaciones de orden humano, sociopolítico, histórico y religioso.

Y fueron sus alumnos, guiados e iluminados por este sabio sacerdote, quienes dieron con la clave de las putas y su relación con el mundo. Escriben literalmente que “… las putas son como los curas y las maestras, se enamoran enseguida de sus criaturas. Si luego las pierden no tienen tiempo de llorar, ya que el mundo es una familia inmensa. ¡¡ Y hay tantas otras criaturas a quien servir!!”

¡¡Qué barbaridad, Dios mío, qué afirmación!! La conservo intacta y fresca en mi memoria desde que la estudié, incluso la resalté en el examen oral de Pedagogía General, ante la sorpresa, el asombro y la satisfacción disimulada de mi profesor.

Claro, esta idea, reestructura la percepción general que la sociedad tiene acerca de la relación prostituta/cliente. Y desmonta la cruel idea que tenemos todos de que la humanidad del cliente siempre se contrapone a la frialdad de su puta. ¡¡Mentira cochina, como bien descubren los alumnos de la Escuela de Barbiana, dirigidos por el gran pastor don Lorenzo Milani!!

Por eso, la inmensa mayoría de los usuarios de prostíbulos, una vez pasados los periodos iniciales y asentada y controlada su pulsión, repiten con frecuencia con la misma puta: por deseo mutuo, nunca por decisión unilateral ni por casualidad. Existe ahí un amor bidireccional subyacente no tangible, pero potente como pocos.

Y estas divagaciones previas tan complicadas y profundas, autorizan y dan vigencia a la idea que Platón plasmó en su obra “El banquete”: “Abolengo, honores, riquezas, nada puede inspirar al ser humano como el amor, lo que es necesario para llevar una vida honorable”.

CONCLUSIÓN: La prostitución es una profesión Santa, perfecta y libre de toda culpa, de culto universal, de especial virtud y ejemplo, consagrada a Dios y, por tanto, venerable.

Y por si esto fuera poco, trae a todo ser humano especial provecho.

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