I
El otoño es como tu tristeza.
Nada.
El otoño modifica el alma de la naturaleza, así como tu tristeza transforma y limita el alma de mi vida, lo abstracto de mi existir.
El otoño es un artista que nos regala un lienzo natural con una diversidad múltiple de amarillopastelmarrón, tu tristeza es un ladrón en blanco y negro que roba mi sonrisa, que ahuyenta mi felicidad, que matiza mi ánimo.
El otoño es un mago con chistera de colores que nos crea la falsa ilusión de campos bellamente engalanados, preparados para la conquista; pero que en realidad pretende desnudarlos, prepararlos para robarles dolorosamente su traje de gala. Tu tristeza me despoja de mis capas, me hace un guiño de complicidad y me cuenta el delicioso y dulce secreto de que yo soy su asesino.
El otoño es un caballero con sombrero de copa gris marengo, de capa azul oscura, es el chófer que saca a pasear mis emociones y luego me impone una tasa que no puedo asumir. Tu tristeza es el deslizadero de mi cercanía, se deja resbalar mi sentimiento por ella a velocidad notable y explota en tu ser con mi compañía incondicional.
II
Todo.
El otoño es el bastión de las estaciones, mercenario que entra en guerra con la belleza que él mismo crea. Tu tristeza es un kamikaze que choca violentamente contra mi alegría y queda moribunda y sangrante en un suelo húmedo.
El otoño demuda el color de las hojas de los árboles, disfraza la naturaleza, miente como nadie y apenas ríe. Tu tristeza es sumisa con la mezcolanza de colores que le crea mi mirada; tu tristeza se proyecta caquéctica como la naturaleza que el otoño ultraja, como la composición del universo que el otoño envejece velozmente a su antojo.
El otoño es una guerra de ramas erguidas y hojas caídas, de troncos y palos ensoberbecidos y de vestidos de vegetales humildes, modestos, sencillos, pobres… haraposos. Tu tristeza es una lanzadera de pensamiento plúmbeo que se posa sobre mis hombros y echa a tierra todos mis muros y edificios.
El otoño es una poesía clásica, de sentimiento profundo y de lectura compleja; el otoño es una canción precisa de un tiempo concreto. Tu tristeza son las huellas de mi mano acariciando tu corazón, el timbre armónico de mi voz lanzándote un te quiero. Tu tristeza es un pasado que jamás volverá.
III
Yo soy una hoja caída del otoño de tu vida.
Algo.
El otoño es el reclamo avariento y precipitado de una ausencia que se muere de pena, es un paseo inconstante por el vasto desierto de tus planicies interiores. Tu tristeza es una fuerza de pasión vehemente, una llama abrasadora que quema mi mirada, que calcina mi atención.
El otoño es la mirada plural de una masa con tantos pareceres como tonos percibe; es la sonrisa y la lágrima, el cielo y el averno, tu mirada y mi ceguera... Tu tristeza es un gato sin dueño que pide ser querido, es un fado de voz anónima que se escucha de lejos en un amanecer, es olor a tierra mojada.
El otoño es un cuadro titulado “Permanezco esperándote”, aún a sabiendas de que el otoño no espera a nadie. Y otra vez el otoño vuelve a ser como tu tristeza: un precipio que me arroja al abismo oscuro de un frío y lúgubre invierno.
El otoño manifiesta los colores de tu vida: plateados resplandores cobijando oxidados interiores, bellos pero caducos. Tu tristeza es como un inmenso mar negro de profundidad grande, insondable, imponente, tal vez peligroso...
El otoño es la fuerza que hace caer la hoja.
Ningún otoño será lo suficientemente fuerte para caerte de mí.
Noviembre me mira de frente y... expira.
No debes morir como una hoja caída entre el agua y el barro.