martes, 6 de noviembre de 2012

CERTEZA Y DUDA

Las avenidas de la duda son demasiado estrechas, apenas cabe un pensamiento que me lleve a la certeza. Tu lejanía es mi certeza, porque no veo tu sonrisa reflejada en el espejo de mis lágrimas. Te busco entre la multitud, pero esta vez la niebla es mi certeza, es una realidad que difumina las líneas de colores de tu existencia. Caminos y caminos; caminos que no se andan, caminos que te pierden, caminos que no te encuentran, caminos que te cansan... Certeza de piedra en el camino.

Y te pienso. Y te imagino para respirar. Y esta vez la certeza es un recuerdo que me hiere ligeramente. Tu sonrisa araña mi alma, y con los mismos alfileres que ayer tejía el amor, hoy hace hendiduras que me provocan zumbidos trémulos en el corazón. Ahora la certeza es la compasión, la pena profunda de una mujer que un día vivió de otras miradas.




Te busco en un foco de luz, porque te siento sol. Sol que me calienta, sol que me quema, Astro Rey que no mide las distancias. ¿Mi certeza? Tus rayos propagándose como hilos de amor por todo mi ser. Mi dolor es tu dolor, mi duda es tu certeza. La realidad es una capa de asfalto que pavimenta y reviste de forma impermeable tus fronteras. Y la certeza es una patria de muros y tejados. La certeza eres tú. La duda soy yo.




Una verdad tangible se esconde debajo de una piedra, no existe para nadie. Dos ilusiones y un sueño saltan varias veces de tu mente, y al último salto caen en un pozo negro, sin salida. La certeza es la humedad, la sonrisa mojada de alguien que para buscar aliento se ahoga. ¿Te vienes? Te espero. ¿Escapas? Te huyo. Y la certeza aparece en la duda de un camino enmarañado. La certeza es la duda. La certeza es confusa, está enredada, es poesía...




Reflejo de luna llena en una taza de café, blanco que puede al negro. La fuerza del amor que siempre gana. Mi certeza es la plenitud de tu sonrisa, una mirada incidental que transforma mi gesto. Sombras de águila que rastrean en la distancia los escombros de lo que un día fuiste. Mi certeza es tu recuerdo. Tu certeza es saber que no fui un sueño.




Agua de lago que muestra su quietud y enseña tu interior, vientos que todo lo borran, océanos inmensos en los que no cabe nada... sólo reflejos. Y ahora mi certeza es el reflejo de tu sonrisa en el cristal de Prusia de mis ojos. Y mi duda es una palabra lanzada por tus labios dibujando un corazón. Y la certeza de los océanos son los lodos de su profundidad.

A ratos eres agua y a ratos eres arena. Agua insensible que borra las huellas de la arena; arena débil que se deja invadir una y otra vez por los tentáculos incorpóreos del agua. ¿Mi certeza? Una caricia fresca en mi corazón granulado que me recuerda la frialdad de un camino infinito que jamás llega a ti. ¿Tu duda? Tal vez la fuerza del agua, tal vez la debilidad de la arena… tal vez tu mirada arenosa formada en la superficie del agua como un espejo. Tu duda es tu duda.




El eco de un quejido lastimoso cuelga de un aire que no respiro, rompe los tímpanos del tiempo y provoca una tormenta de aflicción. Mi certeza es roca madre decorada con plomo líquido: muy lento y ardiente. Tu duda es el curso de un río cuyas aguas se han evaporado, han desaparecido sin ser notadas. Mi certeza es muy intensa, es profunda.

Mi certeza es una mirada diagonal que me muestra tu interior.

Mi duda es mi existencia.

De ti no sé nada.



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